Pintor de miserias

Hace un año y poco que entraba tarde, recíen duchada y con el pelo todavía mojado a una Filmoteca Española abarrotada en la que tenía lugar la inauguración del festival Filmadrid con el pase de Calvalo Dinheiro (2014) y la presencia de Pedro Costa . El trance con el que vinculo aquel momento y aquellas imagenes a MI mirada cambiarían MI percepción fílmica para siempre. En su película como en mi vida, la batalla contra una suerte de proposiciones posmodernas.

C R E O E N C O S T A . Comenzando, por ejemplo, con la muerte del autor.

No se trata de amar el texto o el plano, amas a Costa, crees en él,esperas en él la llegada de un cine liberado de la palabra y la imagen-movimiento. Un cine obra de arte total.

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C R E O E N C O S T A. Siguiendo por la muerte del museo.

Los primeros planos con los que comienza la película son fotografías de Jacob Riis retratando la vida de los inmigrantes en los suburbios de Nueva York a finales del S. XIX,  imágenes en rima con los cuartos y viviendas que mostrará la película como pasajes costumbristas de Murillo o Velázquez o retratos de Carracci, creando una suerte de Atlas o archivo como marco para este arte del presente, un arte dotado de interconexiones y subtextos al servicio del lector. En la búsqueda de esta nueva forma de mirar encontramos una estética de la resistencia que desafía la representación sin burla y se yergue estilizada a lo largo de la tradición clasicista, similar a una poética del sueño presente en los largos de Buñuel o Vertoz. En lo que Gilles Deleuze denominaría el pliegue barroco, las imágenes del film remiten a otras representaciones continuamente, el claroscuro y las líneas verticales utilizadas lo proveen de un aire tenebrista dotándola de dos cauces mediales: la pintura y la poesía.

F I L M A N D O E L C O M I E N Z O C O M O A R C H I V O

F I L M A N D O E L M U S E O C O M O C A R C E L

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La escena inaugural propone un viaje iniciático con Ventura como guía que aparece  en plano dándonos la espalda, caminando entre pasillos y arquerías hacia un estado de irrealidad en el que se desarrollará todo el relato. Si al griego le bastaba para encuadrar el drama con el teatro  Costa recurre a la ruina o a una arquitectura que recuerda a los caprichos de Panini y la veduta, nos remite al museo en el como hospital o mausoleo Ventura es huésped y prisionero. Unas imágenes goyescas o piraneisanas (LOL) sin pretensión de reflejar una visión de la realidad o un decorado. Es en las líneas arquitectónicas y en los objetos cotidianos retratados con afán archivista donde logramos percibir un rastro de realidad no corrompida, el aura solar de lo apolíneo.

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C R E O E N C O S T A. En la vuelta a una retórica del feísmo.
Ventura entronca con la tradición de un arquetipo moderno para el que la locura es  medio de vida. Ventura es como  Quijote un ser arrojado a un mundo en el que intenta recrear lo más parecido a lo que ve en su mente, un hombre atosigado por la muerte y rodeado de los fantasmas que ya pasaron en la noche de la revolución o desaparecieron a lo largo de su vida. En este grado cero del imaginario, Cervantes mostraba en que forma a Don Quijote se le hacía imposible ver el riesgo de su ridículo, sin embargo Costa no dota de dignidad o ridículo a sus personajes, no es posible personalizar el absurdo del mundo actual en la carne. Costa tan solo se limita y consigue  crear una ficción a través de las consecuencias universales de un conflicto mítico, aspirando a la eternidad o a al arte.

 

C R E O E N C O S T A.

En la resurrección de los muertos, en la ascensión de la virgen.

(Barroco Italiano), Museo Nacional del Louvre, París (FR)-495-tile

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C R E O E N C  O S T A.

En un tiempo como ritual, misa cotidiana del realismo ramplón.

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Quiero destruir el orden de las cosas que separa el disfrute del trabajo, que convierte el trabajo en carga, el goce en vicio, que  convierte  a  un  hombre  en  miserable  bien  por  exceso  o  por defecto.  Destruyamos  este orden  de  las  cosas,  que  consume  las  fuerzas  del  hombre  al  servicio  del  imperio  de  los muertos, de la materia inanimada, que mantiene a la mitad de los hombres en la inactividad o en estéril actividad, que fuerza a cientos de miles a entregar su robusta juventud a la lucrativa ociosidad  del  soldado,  del  funcionario  estatal,  del  especulador  y  del  fabricante  de  dinero, para mantener estas repudiables condiciones, mientras la otra mitad tiene que mantener todo el  edificio  de  la  vergüenza  con  el  esfuerzo  excesivo  de  sus  fuerzas  y  la  renuncia  a  todo disfrute de la vida

R. Wagner

Sin embargo, en el resto de planos, comenzamos a concebir una película que no sólo relata un mito, el mito de la revolución, sino que además está rodada en la noche y la oscuridad de la memoria. En este relato que no ha sido contado nunca y tampoco está dotado de una narración tradicional advertimos el sentido dionisiaco del film, donde las comidos, los silencios y la noche en el bosque imponen el tono místico y sacramental. Bosques que recuerdan a las escapadas de Poussin en una Arcadia donde los pastores, en este caso los inmigrantes caboverdianos protagonistas del film, enfrentan la angustia y la muerte vagabundeando sin trabajo ni hogar como naturaleza petrificada.

costa1De la arquitectura en su composición y las líneas de fuga en sus planos penden hoy las palabras de Costa:

(…)no se trata de adornar una película política, es solo que no hay política sin estética

Y las de Ghoete:

(…)se quiere una intuición de lo moralmente supremo, sin caer en la cuenta de que sólo lo sensualmente supremo puede servir para darle cuerpo

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 C R E O E N C O S T A. En una quiebra de la representación que solo traduzca el sin sentido.

Ventura cuestiona en la última escena a un soldado de cuya boca no salen palabras, las voces que se escuchan son las voces de un pueblo, voces distintas de hombres, niños y mujeres en una sinfonía hacia la liberación o el consuelo. El personaje de Ventura es todos los hombres en este relato, se encuentra siempre en un instante de tiempo detenido, en el tiempo escatológico de la contemporaneidad o el tiempo ilustrado, un tiempo en el que no ocurre apenas nada perceptible mientras camina entre las ruinas de fábricas abandonadas.

 

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La creación de un cine emancipado de la industria deviene en este arte comunal como suerte de acción social autosugestionada con resultados sublimes. Este cine de rostros, ojos y cuerpos excluidos de la rueda capitalista, dirigido a una temática invariable en torno a la miseria y la supervivencia es lo que ha resucitado un sentido de humanidad casi desaparecido en las tramas dramáticas y los tintes lacanianos de las películas contemporáneas. Filmar el fracaso de nuestra Europa escindida  puede que sea uno de los pocos motivos por los que seguir creando obras artísticas. Costa identifica al pueblo único en el que todavía  se manifiesta la barbarie, un pueblo provisto de sensibilidad para afrontar la realidad alejada ya del mito moderno, la única comunidad que prevalece en este tiempo. 

F I L M A R L A C A P T U R A

F I L M A R E L D E S H A U C I O

F I L M A R L O S F I N A L E S

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