SOBRE LOS CIMIENTOS DE LA CRUELDAD O SOBRE LA CREACIÓN DE UNA BRUJA

Shakespeare señaló una vez :”La belleza suscita la sospecha más sucia”

 

No se equivocaba.

 

Habitualmente asociamos la belleza femenina al deseo, y el deseo, al despertar de los instintos primarios,  de los cuales el hombre  supuestamente es víctima y no culpable. Este podría ser un breve resumen de lo que he visto en la ópera prima de Robert Eggers. Basado en leyendas de La Nueva Inglaterra en el siglo XVII y en la cultura popular acerca de esas brujas, a veces atractivas y carnales, otras desagradables y crueles, pero siempre atrayentes.

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La familia es condenada al destierro en el seno de una c0munidad puritana de Nueva Inglaterra. La asfixia de la sociedad se atenuará al  sentenciar a la familia al aislamiento absoluto.

La naturaleza les es nociva, malas cosechas y caza inexistente. El único medio que les proporciona el bosque es un peligro. La familia parece haber salido de uno de los cuadros costumbristas del XVII europeo que tanto me han fascinado siempre por su aparente paz, en contraste con su oscuridad. El resultado de la composición es un cuadro goyesco. La luz interior siempre es tenue, casi imperceptible. El exterior se envuelve en una atmósfera tenebrosa, escalofriante, gris e inaccesible. Preludio de desgracias. La religión aparece aquí como consuelo pero también, como sepultura, y determina ese sentido de culpabilidad y la necesidad de expiación.

 

La música compuesta por el canadiense Mark Korven marca los tiempos, las etapas, los escalofríos, el miedo la tensión y el peligro, en esta historia enmarcada en esa atmósfera puritana y supersticiosa. La melodia arrastra y sumerge,  y embriaga hacia ese clímax de desconfianza, oscuridad y desesperación. En este entorno familiar adverso, tenemos a dos hermanos que están en plena adolescencia. La líbido está asociada a lo pecaminoso y a la condenación eterna. El hermano contempla la figura florecida de una hermana a la que le cuesta reconocer.

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the witch 3Cuando pienso en la protagonista de esta historia no puedo evitar acordarme de Carrie . Thomasin, al igual que Carrie es una adolescente inconsciente de su efecto sobre los demás, que se siente vulnerable y desorientada. Culpable de todo lo que pasa. Thomasin, como Carrie, vive en un entorno que le es nocivo y adverso; un mundo de incomprensión y culpabilidad en el que todos los ojos miran hacia ella. Carrie y Thomasin, empiezan siendo criaturas inocentes que poco a poco se dejan imbuir por la oscuridad de la naturaleza humana que las rodea, por esa crueldad y ese mal endémico que se vuelve en su propia contra. Las consecuencias son desoladoras. The VVitch como Carrie, tambien es un tratado sobre la pubertad de la mujer, inmersa en ese mar de cambios y ebullición que lo descoloca todo. La pubertad y el carácter de estas dos protagonistas queda marcado por el maltrato y la condena por parte de sus madres. Otro paralelismo con Carrie será la violencia. Martirizada por el puritanismo de su progenitora, Thomasin al igual que Carrie, es acusada de cometer un pecado sexual recurriendo a la seducción.

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Aquí todo está prohibido. Y esa misma prohibición no hace sino aumentar la tensión entre los componentes de este relato. La palabra “pecado” y “culpa” resuena en todo el bosque. Nada se ve. Todo se supone. Ahí reside el verdadero misterio que engancha. Se oyen susurros, acusaciones, plegarias, pero no hay sitio alguno para la compasión. Se cimienta la sospecha.

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La pubertad es un problema, el miedo es la plaga y el deseo es el embrujo.

 

La pubertad y el nacimiento del erotismo que conlleva la atracción endogámica, da paso a las alucinaciones. Se desatan las supersticiones fruto de la desconfianza de lo que no podemos explicar.

 

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Este concepto del mal es bíblico: la mujer como fuente de todo mal endémico y persistente. La mujer como perdición y portadora de toda desolación; pero persiste, lo que caracteriza a los mitos es que no son ideas que se pierden. Persiste, habla de un tabú lejano pero cercano: la mujer y todo entorno a la mujer, sigue siendo vista como culpable del mal del hombre. Incluso las propias mujeres son las que se empeñan en ver a la misma mujer como peligro. Es una historia con raíces feministas que explica los entresijos del machismo, que justifica la inocencia de la mujer y el mundo que se empeña en verla como amenaza. La mujer es la que señala para su propio terreno, la que cava su propia fosa. La mujer asume la culpa y la deslealtad, acusando a una igual. Al igual que en Carrie, Thomasin sufre a el fanatismo de una madre religiosa que la castiga continuamente por su condición de mujer pecadora.

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La escena decisiva de la película y mi favorita es esa en la que la madre se enfrenta cara a cara a su hija y le recrimina que quisiera quitarle a su marido y a su hijo. Con malas artes y miradas seductoras según ella cree. Es un duelo por el poder. Es la representación de la guerra (estúpida y dolorosa) entre mujeres. La competitividad y la tensión que representa siendo cada una de las mujeres un peligro la una para otra. Encontramos aquí otro parentesco con Carrie: la escena en que madre e hija luchan a muerte. Cuando matan a sus progenitoras en defensa propia, lo hacen siendo acusadas de brujas y servidoras del diablo, por lo cual tenían que ser ejecutadas. Brian de Palma trasladó el mito de las brujas de forma subyacente al siglo XX. En ello reside la genialidad que esconde el film de Carrie: en plasmar la persecución y caza de brujas en los 70. Ese clima de psicosis y sospecha que a su vez Eggers sugiere con la bruja.

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La película entera es una oda al mal inherente al hombre, un cuento sobre la sospecha, la ley de la atracción, y las supersticiones que aún hoy,  pueblan el subconsciente. Del Miedo a la mujer como fuerza que empuja todo. 

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El final es desolador, dejando al espectador en un páramo aislado y ruidoso, lleno de dudas y preguntas por responder. El rito del final concluye como Carrie , cuando ambas se desnudan empapadas en sangre. La monstruosidad en ambas, reside en como la presión, la violencia y el maltrato, puede hacer de nosotros lo contrario de lo que realmente somos (o sacar lo qué verdaderamente somos). ¿El villano nace siendo villano, o las circunstancias ,el tiempo y el entorno lo convierten en tal?. La corrupción del alma siempre despertará debates. Eggers nos revela así el verdadero horror, el terror más humano: el miedo de lo oculto, pero también de lo que escondemos incluso a nosotros mismos; miedo de lo qué realmente somos.

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De lo que no queremos ser , y de lo que al final podemos ser, sin querer, para los demás.

Sofía Herrera